Nosotros también podríamos estar muertos
Puede que solo sea un bloque de pisos en el borde de un bosque, pero por la mirada en los rostros de las personas que esperan unirse a la comunidad del edificio se puede decir que este debe ser uno de los últimos bastiones de la civilización en un mundo que se ha desmoronado. Vivir ahí es el objetivo. Anna vive y trabaja en este complejo de apartamentos aislado y autosuficiente. La vida en el complejo es perfecta, hasta que uno de los perros de un inquilino desaparece misteriosamente. Peor aún, la hija de Anna se convence de que porta un mal que hace que sus pensamientos se hagan realidad. En esta singular sátira, los inquilinos se irán volviendo todavía más paranoicos sobre los males del exterior.