Cortometraje nunca editado oficialmente, que los gemelos Quay hicieron por encargo de la Tate Gallery de Londres. Nunca pudo comercializarse debido al alto costo de los derechos de la música incluida en esta obra, según propias palabras de los creadores. Esta vez es con una música hipnótica, de marimba, mientras los niños danzan y se divierten. ¡Estamos hablando de niños muertos! Y aún así, por obra y gracia de estos genios, uno logra abstraerse y los ve felices, despreocupados, más vivos que nunca, haciendo dibujos en el piso; inmersos en un mundo a contraluz.